REGLA #23
CUANDO DOS DOCTRINAS PRESENTADAS EN LA BIBLIA PARECEN CONTRADECIRSE, ACEPTA AMBAS COMO BÍBLICAS CONFIANDO EN QUE HAN DE RESOLVERSE FINALMENTE EN UNA UNIDAD SUPERIOR
Existen unas cuantas contradicciones o paradojas aparentes en las Escrituras. Decimos "aparentes" pues en realidad son. Nos parecen contradictorias porque la mente finita del hombre no puede abarcar ni comprender la mente infinita de Dios.
Algunas de esas paradojas que nos son familiares son:
1. La Trinidad.
No servimos a tres dioses sino a uno, pero sin embargo cada persona de la Trinidad es plena y completamente Dios y no sólo un tercio de Dios. En efecto, tenemos que llegar a la conclusión de que 1 + 1 + 1 = 1.
No hay imaginación humanada que pueda explicar adecuadamente este misterio teológico. Está totalmente fuera de nuestra capacidad de comprensión.
2. La naturaleza doble de Jesucristo.
Cristo Jesús es plenamente Dios y plenamente hombre. No es mitad Dios y mitad hombre, ni es dos personas bajo un solo nombre. Es indivisiblemente Uno. Nuevamente el misterio "matemático": 1 + 1 = 1.
3. El origen y la existencia del mal.
La mente humana deduce con toda lógica que, a este respecto, sólo caben dos posibilidades: o Dios mismo creó el mal, o el mal ha coexistido eternamente con El. Pero la Biblia nos da a entender que ninguna de las dos es cierta, que ambas son falsas. Esto es otro misterio.
Cuando la Biblia deja sin reconciliar a dos doctrinas conflictivas, como en los casos mencionados, debemos hacer lo mismo.
No debemos desgarrar las Escrituras en un esfuerzo por obligar a que concuerden dos doctrinas aparentemente incompatibles entre sí.
No intentes llegar más allá que Dios, queriendo resolver lo que El ha dejado pendiente.
Debemos nuestra lealtad en primer lugar a las Escrituras, y no a un sistema teológico, por bueno que sea.
Cuando interpretemos la Biblia, no debemos permitir que la lógica humana nos haga decir más o menos de lo que en realidad dice.
Podemos hablar con claridad de lo que las Escrituras presentan claramente. En lo que ellas callan, también debemos callar; y en lo que la Biblia parezca enseñar doctrinas opuestas entre sí o imposibles según la lógica humana, debemos seguir su ejemplo y sostener ambas posiciones, cuidando de mantener un perfecto equilibrio entre una y otra.
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